sábado, 21 de julio de 2018

DOS MONSTRUAS TERRIBLES: CARIBDIS Y ESCILA en LA ODISEA



Como dirán las señoras: Ese pobre Ulises si es de malas, sale de una para caer en otra peor. Ya había superado varios peligros con sus hombres, no con todos, varios ya no estaban en este mundo y con los que le quedaban seguía buscando el camino de regreso a casa donde lo esperaban su fiel esposa Penélope, su hijo Telémaco y esa manada de zánganos que tragaban y bebían de su despensa esperando que ella se casara con uno de ellos. Pero nada, los dioses le seguían enredando el camino y si no fuera así, pues esta historia ya se hubiera terminado.
Escila y Caribdis son dos monstruos marinos que se encontraban en un estrecho por donde pasaban los barcos, una a cada lado y no existía otra vía. Y el canal era tan estrecho que si el barco se alejaba de una de estas viejas caía en las garras de la otra, dicen que allí nació ese dicho Entre la espada y la pared, para indicar que uno esta jodido y sin salida. O de otra manera brincar de la sartén para caer en la candela… así de jodida la situación para Ulises y sus muchachos.
En la ODISEA Homero describe estos dos engendros: Escila habita en una cueva tiene rostro y pechos de mujer y aúlla como un perro chiquito; tiene doce patas pequeñas y deformes, seis cabezas que se sostienen en cuellos semejantes a serpientes y en sus bocas sobresalen triples filas de dientes grandes, filosos y mortíferos, como quien dice una belleza. Para completar se alimenta de todos los seres vivos que se le atraviesan y los marinos que se dejan atrapar, y es inmortal. De Caribdis dice el poeta que es un monstruo sin una forma definida porque vive siempre sumergida entre las aguas del canal y no se deja ver pero, para atrapar a los navegantes, forma un gigantesco remolino que los absorbe con todo y embarcación y los lleva al fondo donde esta criatura monstruosa los devora y, muy curioso, tres días mas tarde los vomita. Y debe alimentarse tres veces al día, pero en el libro no dice que hace el bicho si no pasan marineros; no creo que en esa época hicieran domicilios.
Ulises cuando se enfrentó a estas bellezas trató de esquivar a escila pero el remolino alcanzó a absorber la proa del barco. Recordemos que la diosa Atenea era como su hada madrina y lo salvó dándole un empujón que lo alejó del sitio. Como siempre sucede el héroe se salvó pero seis de sus soldados rasos fueron devorados por la alimaña. Tal vez Ulises pensó: de malas esos muchachos pero por lo menos yo salvé mi pellejo. Así como pasa en todas las guerras que los generales y los altos mandos se salvan y los jodidos son los pobres. Entonces Ulises respiró profundo, se echó la bendición en griego y siguió su camino.
Edgar Tarazona Angel

miércoles, 11 de julio de 2018

PENÉLOPE, EL TEJIDO INFINITO. LA ODISEA




En realidad la Odisea empieza ubicándonos en el palacio de Ulises en Ítaca donde estaban su esposa Penélope, su hijo Telémaco y una manada de pretendientes vagos que pretendían casarse con esa hermosa mujer convencidos que Ulises jamás regresaría. Todos estos sinvergüenzas pertenecían a las mejores y más ricas familias griegas y se creían con el derecho a permanecer a diario consumiendo los vinos y las deliciosas comidas en el hogar de nuestro héroe.
Penélope, antes de que se me olvide, es la imagen de la esposa fiel que espera a su marido durante veinte años, a pesar de que todos le dicen que no regresará, y muchos le aseguran que está muerto. Ella no acepta las propuestas de matrimonio que le hacen todos los jóvenes que la acosan y la presionan para que se decida por alguno de ellos. Debo decirles que no ´podía sacarlos de su casa porque la hospitalidad griega le impedía expulsar esa manada de vagos que la pasaban a diario bebiendo, comiendo y jugando, ante la impotencia de ella, su hijo y los criados.
Ante los requerimientos de los pretendientes Penélope se ideó una estratagema; un día los reunió y les aseguró que cuando terminara de tejer una hermosa mortaja de tejido muy complicado, escogería a su esposo entre ellos, y ellos aceptaron. Telémaco se enteró por su madre (la de él) cual era el propósito de esta propuesta y partió, de noche y a escondidas, en un barco en busca de su padre. Mientras tanto su madre (ya les dije cual) tejía todo el día pero desbarataba de noche todo lo tejido para volver a comenzar el día siguiente. Esto se volvió un cuento de nunca acabar pero por más que los pretendientes apuraban ella les recordaba que habían aceptado sus condiciones. Y dele que dele a la aguja todo el día y a desbaratar de noche. Mientras tanto su querido esposo seguía buscando el camino pero Poseidón, dios de los mares, y otros dioses le ponían trampas para perderlo. Por fortuna la diosa Atenea estaba de su parte y lo ayudaba a solucionar las dificultades.
Por ahora dejo a Penélope aburrida con tantos pretendientes metidos en su palacio noche y día, a Telémaco embarcado buscando a su padre y a Ulises tratando de regresar.