ANDROMEDA Y PERSEO
Quedamos en que el muchacho
con las chanclas de volar miró hacia abajo y vio una bella muchacha desnuda,
como modelo de Play Boy, ni más ni menos, y como ya estaba recuperando energías
de la escurrida que le dieron las Ninfas, bajó a preguntarle que hacía tan
solita en ese peñasco horrible y amarrada con cadenas y la chica que temblaba
del susto y del frio tan verraco le contó la siguiente historia:
“Resulta que mi mamá es Casiopea,
la esposa del rey Cefeo, una señora muy bonita que se cree la última coca cola
del desierto. Yo soy Andrómeda su hija, en una fiesta con sus tragos en la
cabeza dijo que ella era más hermosa que las Nereidas, diosas del mar y después
no faltó la amiga envidiosa y metiche que regara el cuento y esas Nereidas le
pidieron a su abuelo Nereo un castigo para mi mamá. El castigo fue un enorme
monstruo que llegó a la playa y por derecha acabó con toda la ranchería de los
pobres pescadores, los sobreviviente fueron donde mi padre el rey y, como
siempre los griegos, fue al oráculo y este le adivinó todo y que la única
solución era que me sacrificara para que el dragón me tragara y dejara en paz
el resto del reino. Nadie me puede librar de mi suerte y sospecho que ya es
hora de que llegue ese animalote…”
Andrómeda lloraba y Perseo
miraba todo, el cuerpo de la chica y la forma de salvarla, creo que gastaba más
tiempo en admirar ese bizcocho cuando aparecen el rey y la reina que se querían
despedir de su hijita: “Yo salvo a su niña y ustedes me la dan como esposa… o
no hay trato, como iban a decir que no. Más demoraron en irse cuando ruge el
dragón a sus espaldas y de inmediato se acordó de la cabeza de Medusa… metió la
mano en la mochila y le dijo al dragón “Mirá tu cara desgraciado” y ustedes ya
lo saben, quedó convertido en piedra.
Como lo prometido es deuda,
aceleraron para el palacio a celebrar la boda, en esas estaban cuando se apareció el
prometido de la princesa Andrómeda (Y no me digan que no perece una telenovela
de las de moda) reclamando sus derechos; cuando supo lo del dragón pagó
escondederos y ahora se las tiraba de muy
varón pero, Perseo no era ningún pendejo y le dijo: “venga pa´ca mi
hermanolo a ver de a cuantas nos toca” pero el tipo era de esos matones que
siempre andan en manada como los políticos en campaña, y silbó para llamar su
pandilla. Nuestro héroe que ve tanto desgraciado a punto de masacrarlo cuando
saca la famosa cabeza de Medusa y los convirtió a todos en rocas por sacarle la
piedra.
El rey y la reina no dijeran
ni mu por miedo de que les tocara la misma suerte y casaron a su empelotada con
el muchacho que la rescató y los salvó del gasto de la fiesta porque los
matones si eran como cincuenta, no se si eso salió en los noticieros o alguien
me lo contó pero esos eran y punto. Ah; y aquí no se acaba la historia.
Edgar Tarazona Angel