Ya les conté quien es Hades y su
imperio de sombras, el infierno de los griegos, muy diferente del infierno
cristiano. Con dos niveles para los buenos y los malos; los buenos al Erebo y
los malos al Tártaro. A este infierno hay que llegar en barca y el encargado de este
viaje es Caronte, digamos que el chofer o piloto que lleve el alma del difunto
a enfrentarse a la realidad de su última morada. Pero repasen lo de Hades
porfis, como dicen los muchachos.
Pero el pasaje no era gratis, al
difunto le ponían en la boca, debajo de la lengua, una moneda para que le pagara a Caronte el
viaje y los que no podían pagar vagaban durante cien años por las orillas del
Aqueronte; pasado este tiempo el barquero los transportaba sin cobrar. Aquí me
metí en un enredo porque en otro artículo les dije que era la laguna Estigia. Al
leer otras fuentes encontré que unos dicen que era esta laguna y otros como
Dante, el de La divina comedia, sostienen que el Aqueronte. Ustedes escojan por
donde piensan ir.
Por lo general en vasijas y grabados
de la época se encuentra representado como un viejo flacuchento y arrugando la
jeta como si estuviera a toda hora mascando limón; como cualquier emo vestido
de negro y con antifaz, si lo actualizamos a nuestro tiempo cambiemos el
antifaz por gafas oscuras y listo. Este viejito se ponía bravo con los que no
llevaban la moneda y los insultaba, y sobre todo les echaba cantaleta a los
gordos, claro, el pobre anciano flaco y sin alientos remando para pasar un
gordunflas pues tenía toda la razón.
Pues les cuento que uno que pasó sin
pagar fue Hércules para cumplir con uno de sus doce trabajos y eso le costó ser
castigado con prisión. A Caronte no al fortachón. El poeta Virgilio también nos
cuenta que Orfeo, uno de los héroes griegos pasó sin pagar para rescatar a su
amada Eurídice y Psique fue otra que hizo el viaje de ida y vuelta gratuitamente.
Hay que averiguar el método de viajar sin pagar para usarlo en algunas ciudades
y sin arriesgar la vida como en Transmilenio de Bogotá.
Hasta donde sé, el viejito sigue
trabajando con su barca pasando difuntos por la laguna o por el rio y todavía
no lo han pensionado. Tampoco dicen si todavía tiene la misma barca de remos o
ya los dioses del Olimpo le compraron una con motor. Pobre cucho, y si tiene artritis
peor no puede estar.
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