domingo, 7 de junio de 2015

LAS NINFAS GRIEGAS, COQUETAS DEL OLIMPO


Por lo general me salgo de la línea de relatos que llevo y eso se debe a que escucho una conversación acerca de la mitología griega con muchos errores y escribo sobre ese tema para aclarar el asunto.
En la Mitología Griega una ninfa es una diosa menor que cuida un sitio específico como un río, un bosque, una floresta, una montaña, etc.  Las representan, por escrito y en imágenes, siempre jóvenes y bonitas desnudas o semidesnudas en campos muy bellos cantando y bailando y seduciendo a quien se las encuentra.
Como no tenían una dirección fija ni cuenta en el Facebook, por lo general las pillan  otros personajes llamados, sátiros de quienes hablaré en próximo capítulo, y estos no pierden el tiempo con flores ni serenatas o poemas de amor, sino que a lo que vinimos vamos y dele que dele al asunto… y hasta donde se la historia las benditas gozaban con estos encuentros. No crean otra cosa, que si no le sacaban gusto a las violadas, pues no volvían y, si señores, regresaban en manada a que les dieran por el… digo gusto… y los otros tampoco se hacían del rogar, así que unas con ganas y los otros también. Lo malo es no haber estado por esos campos.
Se les aplicaba el título de olímpicas, no por ser deportistas y competir en ningún deporte sino por ser del Olimpo, la morada de los dioses y se decía que eran invitadas a las reuniones de estos en el Olimpo y que eran hijas de Zeus. Claro que a este señor le adjudicaban muchos hijos, porque nena que veía le caía  y tome para que lleve. Aunque nunca envejecen ni mueren por enfermedad, las ninfas  pueden engendrar de los dioses hijos completamente inmortales, ellas mismas no son necesariamente inmortales y suelen  morir algunas de distintas formas. Creo que por su fama de fácilongas era que las invitaban, para servir de postre después de las reuniones
Homero, el señor de la Ilíada y la Odisea las describe con más detalle presidiendo los juegos deportivos y acompañando algunos dioses mayores como Artemisa, Apolo y Hermes entre los juiciosos. Pero, también a los sinvergüenzas como Pan y Dionisos, el dios del vino, lo recuerdan?
 Con frecuencia eran el objetivo de los sátiros, casi todos los días, pero tampoco era culpa de estos muchachos inquietos y libidinosos. Salían a recorrer los bosques con sus patas peludas y su sonrisa morbosa y ¿qué encontraban? Unas muchachas empelotas cantando,  bailando y coqueteando… ya lo dije antes, pues manos a la presa y zas. Este zas es para que imaginen la orgía porque ellas andaban en grupo y los sátiros en manada y yo no quiero que me cataloguen de pornográfico. Es posible, también, que se me acuse de antifeminista por no culpar a los sátiros pero eso es lo que dice la historia oficial de la mitología.
Después seguimos hablando de estas niñas culiprontas y estos muchachos arrechos porque voy a desayunar.

Edgar Tarazona Angel

jueves, 4 de junio de 2015

DANAE Y LA LLUVIA DE ORO

Cuadro de Tiziano

 Hace ya unos dos años les conté sobre los amoríos de nuestro padre Zeus, el Don Juan número uno del Olimpo y sus amores de afán con Dánae. Ahora regreso a esta hermosa mujer pero para relatar completo el chisme y sus consecuencias, porque no crean que como era el dios mayor de todos los dioses del Olimpo no se metía en unos líos como los muchachos de hoy en día que embarazan a la novia y se desaparecen; la historia es como sigue con pelos y señales:
En Argos reinaba Acrisio y tenía una sola hija que era Dánae pero, se moría de las ganas de tener un hijo varón y trasnochaba a darle al asunto a ver si le cuajaba el asunto y nada. Como todos los griegos cuando tenían una duda, se fue de viaje donde el oráculo a que le resolviera el problema y este le dijo, palabras más, palabras menos: mire mi rey, no se desgaste más con la idea de un hijo varón… y le digo que su hija Dánae si va a parir un muchachote muy importante pero lo malo es que ese mismo te va a dar matarile.
Acrisio no era ningún pendejo miedoso y pensó que mamola, si mi hija queda preñada ese culicagado no nace ni puel pu. Bueno, además la nena era soltera y el rey, para evitarle malos pensamientos y deseos llamó a su arquitecto y le ordenó construir una pieza bien escondida y forrada en bronce para que no la encontrara ninguno de los pretendientes. Para entrarle la comida dejaron un hueco donde solo cabían los platos y para la ventilación otro hueco en el techo protegido por una malla. Pues lo que debe ser ocurre por encima de todo y un día que Zeus revoloteaba por encima de este planeta, por pura casualidad, al mirar hacia abajo por el huequito del techo, vio esa cosota dormida y se le alborotaron las ganas.
Recuerden que era un dios y tenía muchos poderes como los súper héroes de ahora. Pues el bendito se convirtió en lluvia de oro, se coló por entre la malla y le cayó encima a Dánae y como se dice, tome pa que lleve. El oro es un imán para todas las mujeres y si viene en polvo mejor de lo mejor. En conclusión, con ese polvo la muchacha quedó embarazada, y  a los nueve meses llegó al mundo un tremendo bebé grande y alentado que chillaba como una sirena de ambulancia; eso alertó a su abuelo Acrisio que bajó a ver cómo era la vaina y le pegó tremenda  vaciada a la pobre muchacha que solo pudo defenderse diciendo que el niño era hijo de Zeus.
¡Qué Zeus ni que hijuepu..! Dijo el rey. Así sea cierto te jodiste mija porque ese niño no debe criarse. Así que mandó hacer un cajón bien grande donde cabían su hija y su nieto; lo mando forrar bien bonito por dentro y mandó que lo equiparan con comida y bebida para varios días y lo mandó echar al mar. Recuerden que el oráculo le predijo que su nieto lo mataría tarde que temprano. Lo cierto es que el cajón flotó muchos días a la deriva y no se ahogaron porque si hubiera sido así se acababa la historia de Perseo, uno de los semidioses más famosos y del cual les contaré el próximo capítulo.

Edgar Tarazona Angel